viernes, 9 de mayo de 2008




POR UNA CULTURA CON CONCIENCIA



Los artistas de Pereira tenemos la necesidad de manifestarnos con respecto al Florero de "Tudela" o el premio de Llorente que últimamente nos ha venido Inquietando, dado que todos se pronunciaron acerca del jugoso negocio que atrajo la desconfianza de quienes estavan listos a ocupar el palacio de gobierno (alcaldia) que propende por la transparencia y el buen funcionamiento de nuestras instituciones.
Las dos administraciones enfrascadas en un premio sin salida, en donde la cultura se quedo sin entrada o por lo menos sin salidas decorosas que explicaran nuestra reputación y méritos para ostentar y sobrellevar aquello de la CAPITAL AMERICANA DE LACULTURA, distinción con la cual viajaríamos durante este año y por lo que recibiríamos la enorme responsabilidad de estar en observación bajo el ojo tecnológico del pirata mundo, que nos evaluaría durante un año para ver cómo nos gastábamos casi medio millón de dólares en programaciones culturales y en la construcción de nuestras acrópolis y jardines colgantes.


Todo parece tan razonable , que nos impide ver esta realidad de indigencia que tenemos por toda la ciudad, población en la que no seria difícil encontrar a un artista venido a menos y en franca desgrasia. Meritorio seria, asumir lo que no nos gusta y atender con más dedicación las problemáticas sociales que dejan mucho que decir de los Pereiranos y su cultura.
Las corrientes que nos empujan como tablas a la deriva de un destino siempre como prestado y extraño, es lo que constituye, y lo ha hecho durante mucho tiempo, nuestra PEREIRANIDAD y la Identidad que solo nominalmente el adjetivo propone, porque ¿Qué es la pereiranidad que no lo hayamos hecho todos ya? Como náufragos aferrados al vaivén de aquellos días de la Capitalidad, que nos aletargó en consideraciones formidables y macro absurdas en una ciudad de mil genios que indagaron con atención, por las cosas claras y el chocolate espeso.
Las calculaciones apuntan ahora a los artistas, que frente a las múltiples expectativas no hemos hecho mas que estar a la espera, desde aquel patético silencio después de las tomas; una cívico cultural y la otra de conciencia, cuando nos encartaron segregadarnente de reconocimientos tardios, con invitaciones inexplicablemente limitadas que posibilitaron la aparición de un grupo independiente que fuese absolutamente dependiente a las fabulosas promesas de un premio infestado de dudas e inconformidad.

De cualquier forma el florero de "Llorente" rueda por Cali y resplandece en los debates que a nivel internacional se generan con el fin de sondear el perrenque que cada ciudad, distinguida con semejante promoción o negocio, ostenta para merecer una distinción que cualquier pueblo del mundo aceptaría, teniendo en cuenta que uno de los convencimientos mas inalienables de cualquier comunidad sobre la tierra, es creerse por derecho propio, y hasta por sentido común, culturalmente auténtica, asumiendo todos y cada uno de los rasgos que matizan su cultura, incluyendo com0 es natural , las marcas, tambien notables, del desplazamiento y la violencia.

Por qué entonces no reevaluar el orden, para que la cultura en su caos natural, sea; mas que una retórica de empoderamientos políticos, una intrincada red que, desde la ética, ya no de la política sino de la estética, proponga estas características culturales como muestra única e inmediata carta de identidad. Asumiendo lo negativo con valentía y lo que nos enriquece con gran vehemencia y cuidado convencimiento.

La cultura es algo que siempre esta pasando y pase lo que pase, ningún rasgo se quedara para establecer un patrón de conducta que inhiba la llegada de otros rasgos, ha venido pasando siempre y sin los agravantes de un reconocimiento inestable que especuló con nuestros valores y nos dividió entre los que creyeron creando puentes y los que no, hablando y hablando para diferenciar las conveniencias, de las necesidades, desatando la inconformidad y el resentimiento .

Hablar del resentimiento en un tiempo en el que todos somos susceptibles de resentir hacerca de cualquier cosa, no deja de parecer algo enteramente descabellado y aunque siempre como con las uñas, los artistas saben a su manera, que cada hallazgo ha sido, y hasta por lo mas elemental, algo siempre revelador y memorable...


-¿En dónde esta el Español, el Indio, el Zambo, el Mestizo y el Negro?... Cómo excluir algunas de entre todas las etnias, si por todas somos lo que somos... y hay quienes a estas alturas se resisten a creer en esto. El producto de esa espeluznancia social nos da como resultado este país y lo que somos, y reiteradamente por lo que deberíamos vivir... mas que morir.
¿Seremos algún día una opción de fuerza que no levante sospechas políticas ni tampoco anime al desafuero?creo que va a ser difisil ya que hay artistas para todos los eccenarios, y el de la poitica no seria la esepsion. Una fuerza capaz de generar consciencia ciudadana integrada en la lúdica multicolor de nuestras etnias y pareceres... sin declinar nunca a esa consciencia y a toda costa creando y creando.
Se entienden las razones para declinar al reconocimiento; pero también se entenderán las razones que sin este reconocimiento han avanzado durante años, capeando la puya del atraso o la evolución según sea el caso.
El artista tiene como único fin: su obra, y así como el zapatero es a su zapato, será él artista, y su inquieto sentir y parecer, quien sobreviva en esta indigencia fértil y en ocasiones gloriosa, aguantando los embates de aquel escepticismo sin escrúpulos que nos divide y nos empuja a escrutar nuestro destino en el vacío, atesorando certidumbre en cada acto. El artista en cada golpe de opinión intenta legitimar sus creencias y sus limitaciones. Aquella incertidumbre tenaz que nos pone a sortear lo que somos en un mundo tan de todos pero con un destino verificado y por segundos, presentido y memorable, posiblemente seamos, como dice Miguel Hernández: "un caballo muerto dando coses en el tiempo que corroe".
Podríamos representar a todas las cosas, y al mismo tiempo a la nada sin tiempo ni tropiezos, sin olvidar que provenimos del continente de las sangrientas utopías y que somos los primeros síntomas de una multiétnia que nos jerarquiza, que en ocasiones nos humilla y elimina. Cada quien empeñando lo propio hasta procurarse una investidura con las medidas de rigor superadas pero como sin sentido, sin conciencia, que ya por propia en la inconsciencia se activa a si misma y se manifiesta en nosotros de la peor forma. El idioma nos babelizó la consciencia tan fundamental para estos menesteres. Existimos cuando otros, desde su paupérrima nobleza, nos nombran y somos ignorados cuando nos nombramos entre nosotros mismos, cuando contrariados, sospechamos juntos, pero jamás creyendo lo que creábamos, y adheridos a esa consciencia, no se que tan preclara, no aclaramos mas que esta bendita necesidad de ser...y existir.
El artista deberá defender su consciencia siempre y sin temor al ridículo. Digamos que no hay tiempo y que lo perdido nunca fue. Que el arte existe en quien lo ejerza durante sus múltiples lugares y formas, y sabiendo de la incipiente jerarquía que nos corona, partimos como los bomberos voluntarios al llamado de las llamas, afianzándonos en los pisos indecisos y las barandas rotas, en la extraña bisutería que desglosa la sensibilidad humana y sus rutinas.
Somos como las plantas que pesan y se transforman para adherirse a esa corriente superior que nos inquieta hasta la obra. Es cuando la consciencia nos llama con el arbitrio de los encarrilamientos y sus novedosas consecuencias.
Ser artista en estos tiempos y en los de antes, significa poco menos que todo lo anterior, pues los artistas no tienen las pruebas de ningún milagro, solo las sospechas de su imaginación, vagando como luminosos fantasmas, por los rincones de la estima y de su obra. Los artistas sugieren con su obra, una acción intima, que evoca con prudencia y provoca con solvencia, y así, hasta que haya indicios de algún lenguaje.
Con los destinos aledaños, los de siempre, alcanzáremos la plenitud y la prosperidad, en el inicio de nuestros empeños y porque no, también de nuestras obsesiones.

Por una cultura ciudadana y sin limitaciones, por los artistas y sus obras, pues son los que en últimas hacen cultura, patria e identidad, por ellos y con ellos es que nuestra cultura crece y nos define.



Juan Salazar, Fundación Carmelo. CRE. Comité de Restauración del Eje

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